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LOS MISTERIOS EMPIEZAN ARRIBA

Scubarticulos de zona de inmersion 01Han bajado la ventanilla para verlo mejor. Miran al horizonte, a esa especie de nebulosa de color ocre que se sitúa a la derecha de la verdadera montaña. Sólo se escucha el motor del coche, revolucionado, porque la cuesta arriba se las trae. Tras unos minutos forzando la vista, escucho el primer comentario: “sí, la verdad, es que es la misma forma, pero…”

Está claro que han picado. Ahora, es cosa de dar una explicación más o menos científica: “Es por las nubes…El sol está cayendo y por reflexión proyecta la silueta de la montaña contra las nubes, de manera que la montaña parece estar duplicada”. Por las caras que veo en el retrovisor, la broma, ha colado. La isla de Tenerife no está muy distante de la de Gran canaria, y, desde algunos puntos de esta, en días claros, es perfectamente visible. Esto, es lo que realmente están viendo mis invitados. Lo que están convencidos de estar viendo es la mítica isla de San Borondón, una leyenda.

Pero al hombre moderno, no se le puede engañar con leyendas… Hay que ofrecer una explicación, una razón, un motivo. En esta ocasión, el misterio de San Borondón ha quedado explicado por un fenómeno físico como la reflexión. Han aceptado que lo que han visto, es un “truco óptico”. Han aceptado una explicación pseudocientífica para justificar algo que, inicialmente, no podían explicar.

Hace muchos años, estos y otros fenómenos, vistos por gentes sin información ni cultura y seguramente bajo los efectos del alcohol se explicarían por la existencia de monstruos, dioses, castigos divinos y serían el origen de leyendas marinas como las que vas a conocer a continuación…

De esto ya hemos hablado: Hombres de hierro en barcos de madera. Fijémonos en la llamada “era dorada de la navegación”, esa época en la que la tierra, por fin parecía tener unos límites claros. Esa época en la que considerábamos a nuestro planeta redondo, aunque alguno hubiera tenido que pagar con su vida este conocimiento. Esa época en la que fragatas, corbetas, galeones y otros tipos de embarcación recorrían las costas de los continentes buscando sobre todo riquezas. Pensar en una tripulación inculta, analfabeta, que, en la mayoría de las ocasiones no tenían experiencia en la mar, obligados por leva o por huir de la justicia a embarcarse en las flotas que se armaban regularmente.

Imaginad una dotación que se despereza tras pasar toda la noche sin dormir por el temporal que les azota, hacinados, con un olor denso a ropa sucia, careciendo de higiene y consumiendo alimentos sazonados (que aumentan la sensación de sed) e ingiriendo un agua que con el transcurrir de los días se vuelve viscosa y verdosa, o vinos cada vez más avinagrados.

scubarticulos zona de inmersion 05Os podréis figurar lo que puede pensar uno de estos hombres cuando tiene que vaciar cada mañana el agua que hubiera entrado en el navío por la noche, y que se encontraba en la sentina. El líquido que saldría por aquellas bombas de achique lo haría “Espumeando como un infierno y hediendo como el diablo”. La sentina es una especie de pozo destinado a recoger los derrames del agua de la vasijería, y como estos corren por toda la bodega en contacto con varias materias, y van recogiendo las impurezas, con el movimiento, el calor y la falta de ventilación, se corrompen y llegan a ser foco infecto si no se cuida de extraerlas frecuentemente.

Os puede resultar complicado comprender lo que supone tener sólo una comida caliente al día, raciones de bizcocho agusanados que, de no consumirse durante el día, se servían en sopa (fría), por la noche, lógicamente, para no ver su contenido.

Sospecharemos, pues, que las medidas de higiene no superarían demasiados “controles de calidad”. Tras varias semanas de navegación, tras haber superado algún temporal, sin poder secar la ropa ni encender fuego, concentrada la marinería bajo cubierta, hacinados, sin poder abrir las portas, el hedor tendría que ser considerable, y más si tenemos en cuenta que el navío podía llevar animales vivos (caballos, vacas, ovejas , gallinas…) bajo cubierta. Las necesidades naturales se satisfacían directamente sobre el mar, bien sujetándose de las cuerdas o del navío bien usando unas tablas o asientos que pendían sobre las olas que recibían el nombre de “jardines“.

En caso de mal tiempo o bien por pudor, se usaban baldes o bien se hacían las necesidades en la sentina. En climas cálidos, las sentinas se hacían mefíticas, llegando a ser tóxicas, dándose el caso de que al achicar el agua de la misma, el olor desprendido provocaba vómitos entre los tripulantes, síntomas que bien pudieran ser añadidos a la lista de enfermedades que se podían sufrir a bordo: Mareo, disentería, diversas fiebres, estreñimiento, toda una completa gama de contusiones, cortes, quemaduras, fracturas y el temido escorbuto como consecuencia de la falta de ácido ascórbico que reduce la capacidad del cuerpo para producir colágeno , y sin éste, el revestimiento de los vasos capilares se suelta y la sangre escapa a los tejidos vecinos produciendo pequeñas hemorragias en el cuerpo (manchas oscuras), articulaciones hinchadas, heridas que no se curan y encías inflamadas y sangrantes con pérdida de dientes que hacen imposible la alimentación.

scubarticulos zona de inmersion 03La idea de ocio consistía básicamente en descansar, aunque, también se podría charlar, tocar algún instrumento musical, cantar, jugar a los dados o a los naipes (lo que podría acarrear discusiones, peleas y terminar con alguno de los castigos descritos en la scubacrónica anterior), celebrar carreras con los animales que iban a bordo, peleas de gallos y si el barco quedara al pairo pescar o nadar. Ahora que tenemos una idea de cómo vivían estos hombres, no nos resultará muy complicado deducir que, durante una larga guardia, ante la visión de un fenómeno natural al que no pudieran dar una explicación lógica, su mente se conjugara para formar imágenes de aterradores monstruos, o dieran forma a leyendas cantadas en tabernas exageradas tras años pasando de boca en boca. El los capítulos siguientes, hablaremos de las más conocidas y populares.

Miedo en los 7 mares. En la Scubacrónica anterior nos ocupamos de la disciplina a bordo y de las supersticiones que afligían el alma de los marineros. En este capítulo, imitaremos a Iker Jiménez y daremos unas pinceladas a los mayores temores de los antiguos marineros que tenían que cruzar los siete mares para llegar a sus destinos o regresar a sus casas… pero ¿cuáles eran los siete mares?

De entrada… ¿por qué siete?. Seguro que si tiramos de memoria podemos citar de carrerilla no menos de 30 antes de ahogarnos, y eso, sin mirar modernos mapas o recurrir a buscadores en el ordenador. Resulta curioso que sean “siete”, un número que tiene una gran importancia histórica, cultural y religiosa.

scubarticulos zona de inmersion 02El siete es el número de la suerte, siete las colinas de Roma, los días de la semana, las maravillas del mundo (hoy en día para destacar una lista de algo se utiliza el término “top ten”), los enanos del cuento, los chacras o las edades del hombre, por poner algunos ejemplos. El mundo se creó en siete días, y no son pocas las ocasiones en las que este número es recurrido como figura bíblica asociada al bien. Séptimo día de descanso, “séptimo cielo”, siete virtudes cardinales frente a siete pecados capitales… incluso encontraremos que siete es la suma de lo terrenal (4) y lo celeste (3).

Si buscamos un origen más mundano a la expresión, encontraremos versiones que se remontan a la antigua Sumeria (2300 a.c.) en el que encontramos una referencia a siete mares en un himno de la sacerdotisa Enheduanna dedicado a Inanna, la diosa del amor sexual, la fertilidad y la guerra. Para los persas, los siete mares eran los arroyos que forman el río Oxus, el nombre antiguo para el Amu Darya, uno de los ríos más largos de Asia Central. Nace en las montañas de Pamir y fluye al noroeste a través de la región del Hindu Kush, Turkmenistán y Uzbekistán hasta el Mar de Aral.

Una versión occidentalizada que afirma que serían los siete mares que rodeaban a la vieja Jerusalén: Mediterráneo, mar Caspio, mar Rojo, mar Negro, mar Muerto, golfo Pérsico y mar de Galilea.

Sin embargo, el término «Siete Mares» también se refiere a los mares conocidos por los musulmanes antes del siglo XV, que eran: el mar Mediterráneo, el mar Rojo, el mar del África del Este, el mar del África del Oeste, el mar de China, el golfo Pérsico y el océano Índico

Y otra es la que nos ofrece en el siglo XVI el hidrógrafo turco Piri Reis al afirmar que se trataba de los siete mares conocidos del Islam: El mar de China, el de Omán, el Mediterráneo, el mar Rojo, el golfo de Bengala, el Pérsico y el océano Atlántico.

En cualquier caso, el término ha tenido significados análogos para diferentes culturas en diferentes momentos de la historia. Para los antiguos hindúes, chinos, persas, y otras culturas orientales se refiere históricamente a los cuerpos de agua a lo largo de las rutas comerciales y las aguas regionales, aunque en algunos casos los mares son míticos y no cuerpos de agua reales.

scubarticulos zona de inmersion 07Los griegos dieron lugar a la definición mantenida hasta le época medieval de los siete mares. Durante este tiempo las referencias a los siete mares significaban el Mar Adriático, el Mar Mediterráneo (incluyendo el Mar Egeo), el Mar Negro, el Mar Caspio, el Golfo Pérsico, el Mar Arábigo (que forma parte del océano Índico) y el Mar Rojo, entre el Mar Muerto y el Mar de Galilea.

Para los antiguos romanos, el septum maría (término en latín para siete mares) se refería a un conjunto de lagunas de agua salada separadas del Mar Mediterráneo por bancos de arena cerca de Venecia. Esto fue documentado por Plinio el Viejo, un autor y comandante de la flota romana.

Los marineros fenicios, que eran comerciantes y expertos navegantes, partieron a la búsqueda de mercados y materias primas. Sus siete mares: Alborán, Baleares, Liguria, Tirreno, Jónico, Adriático y Egeo, fueron parte del Mediterráneo.

Los antiguos árabes definen los siete mares como a los que se embarcaron en viajes a lo largo de sus rutas comerciales con Oriente. Eran el Golfo Pérsico, el Golfo de Khambhat, la Bahía de Bengala, el estrecho de Malaca, el estrecho de Singapur, el Golfo de Tailandia y el Mar del Sur de China.

scubarticulos zona de inmersion 08Durante la Era de los Descubrimientos (1450-1650), cuando los europeos comenzaron a explorar América del Norte, la definición de los siete mares cambió de nuevo. En aquel entonces los marineros se referían a los siete mares como el Océano Ártico, el Océano Atlántico, el Océano Índico, el Océano Pacífico, el Mar Mediterráneo, el Mar Caribe y el Golfo de México. Otros geógrafos identificaban los siete mares en esa época como el Mediterráneo y el Mar Rojo, el Océano Índico, el Golfo Pérsico, el Mar de China y Occidente y los mares de África Oriental.

La era colonial, cuando el comercio del té a vela de China a Inglaterra, dio lugar a otra descripción de los siete mares: el mar de Banda, el mar de Célebes, el Mar Flores, el Mar de Java, el Mar de China Meridional, el Mar de Sulu y el Mar de Timor.

Actualmente el avance en los descubrimientos geográficos ha terminado con las polémicas quedando simplemente como un término metafórico para describir a un marinero que haya navegado por todos los mares y océanos del mundo, y no literalmente por siete.

Habitantes de los siete mares. Como hemos dicho, eran guardias largas, en condiciones penosas y en un entorno desconocido, hostil y lleno de animales desconocidos que se combinaban con mentes totalmente influenciadas por leyendas antiguas o narraciones exageradas. No es de extrañar que fueran muchos los que aseguraban haber visto alguno de los fenómenos que detallaremos a continuación.

scubarticulos zona de inmersion 09Sirenas. Estos seres fabulosos, que parten de la mitología griega, constituyen un universo que no tiene parangón, repleto de misterios y lagunas por resolver. En el siglo VIII a.c. el poeta griego Homero introduce una completa descripción de estos seres mitológicos cuando escribe “La Odisea”. Concretamente, en dicha obra, la hechicera Circe, de lindas trenzas y soberana de la isla de Eea, pronuncia las siguientes palabras: “Las sirenas encantan a cuantos hombres van a su encuentro. Aquél que imprudentemente se acerca a ellas y oye su voz, ya no vuelve a ver a su esposa ni a sus hijos pequeñuelos rodeándole, llenos de júbilo, cuando torna a su hogar; sino que le hechizan las sirenas con el sonoro canto, sentadas en una pradera y teniendo a su alrededor un enorme montón de huesos de hombres putrefactos cuya piel se va consumiendo

Probablemente éste sea el relato más conocido, que se encuentra estrechamente ligado con la definición del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), cuando afirma que “sirena” refiere a una “ninfa marina con busto de mujer y cuerpo de ave, que extraviaba a los navegantes atrayéndolos con la dulzura de su canto”.

Por lo tanto, en ambos enunciados prevalece la consideración de la Grecia clásica: mujeres aladas, a veces armadas con garras de felino, que acechaban a los navegantes entonando canciones de particular encanto, con sus voces agudas, desde rocas o islas. Este sonido hipnótico conseguía quebrar la voluntad de cualquier hombre por muy fuerte que fuese. Por contraposición, desde la antigüedad, también se ha descrito a las sirenas como mujeres atractivas, con cola de pez, que peinan constantemente sus largos cabellos dorados a orillas del mar, rescatando a náufragos que, en su destino, se habían visto abatidos por fuertes temporales. Esta concepción se refleja en algunos de los cuentos de “Las mil y una noches”.

scubarticulos zona de inmersion 13Pese a esto, Hans Christian Andersen, en 1836, en el cuento de “La Sirenita”, avanza un paso más, haciendo alusión a que estos seres pueden comunicarse con los hombres; es decir, son capaces de entender y hablar la lengua humana.

En la lengua inglesa se utilizan dos palabras distintas para delimitar el concepto de “sirena”. Por un lado, “siren” designa a estas mujeres pájaro características de la mitología griega que veíamos en el primer párrafo del discurso, mientras que “mermaid” refiere a los seres acuáticos, dotados de hermosura, que inundan las leyendas medievales y los cuentos infantiles. Esta distinción semántica, por desgracia, no existe en español, lo que provoca cierta confusión entre los hispanohablantes, predominado esta segunda acepción como referente social.

En alguna ocasión nos hemos cuestionado sobre su existencia: ¿mito o realidad? Sea cuál sea la respuesta, estos seres enigmáticos han sido la clave de numerosos relatos, de gran cantidad de narraciones literarias, dando vida a muchas leyendas y tradiciones de antaño. Solamente la Ciencia podrá despejar nuestras dudas al respecto, definiendo la verdad. No obstante, nuestra mente puede seguir hilando fantasías, imaginando aquellos bellísimos cuentos que permanecerán constantemente en nuestra memoria. Una tradición que, hoy por hoy, continúa siendo el fruto de nuevas generaciones, que siempre recordarán el pasado con inquietud.

scubarticulos zona de inmersion 10Leviatán.En ese día, el Señor castigará con su espada, su espada feroz, grande y de gran alcance, Leviatán la serpiente que se desliza, Leviatán la serpiente enrollada; Él destruirá al monstruo del mar.“(Isa 27:1)

El término Leviatán hace referencia a una bestia marina del antiguo testamento, a menudo asociada con Satanás, creada por Dios y utilizado en numerosas ocasiones como sinónimo de gran monstruo, tanto que, el creador, mato a la hembra para que no pudieran procrear.

Con una presencia constante en las sagradas escrituras, podríamos interpretar que se trata de una criatura creada para, bien castigar a los impíos, bien para que el demonio consiga más almas. De ahí el miedo que ocasiona en los marineros, que tratan de evitar el contacto con la bestia mediante supercherías, sortilegios u oraciones. El Leviatán también puede ser interpretado como el mar en sí mismo, con sus contrapartes, y, algunos eruditos le han interpretado altamente metafóricas a los merodeadores del mar que aterrorizaron alguna vez los Reinos católicos o hebreos. Pese que pueda parecer un fenómeno religioso asociado a la religión Cristiana, la figura de una criatura marina gigante y destructiva aparece en otras culturas como por ejemplo los Naga de siete cabezas de la mitología hindú y del Oriente Medio o el Caicavilu de loa Mapuchos (Chile) que es una serpiente del mal que desea incorporar a sus dominios marinos toda la vida terrestre, animal y vegetal.

En la demonología medieval, un Leviatán es un demonio acuático que intenta poseer a las personas, siendo éstas difíciles de exorcizar. Durante la edad de oro de los viajes marinos, los marineros europeos vieron al Leviatán como un gigantesco monstruo del mar, o generalmente una serpiente marina, que devoraba naves enteras al nadar a su alrededor formando torbellinos donde desaparecían los barcos completos sin dejar rastro alguno. Esta bestia explicaría no pocos naufragios. El uso de la palabra para describir a cualquier monstruo marino ha dado pie incluso a que en la criptozoología crea en su existencia real como una criatura desconocida. El Dr. Karl Shuker considera al Leviatán como un mito inspirado, por lo menos en parte, por avistamientos de un hipotético monstruo marino tipo Mosasaurio. El Profesor Roy Mackal, biólogo americano, ha afirmado rotundamente que, en su opinión, el Leviatán podría ser una especie viva de un dinosaurio de cuello largo, similar al Diplodocus.

El holandés errante. Barcos que desaparecen. Barcos que aparecen sin tripulación. Barcos a la deriva, barcos fantasmas. Los textos, noticias, leyendas o historias de taberna sobre estos navíos son numerosos en todas las épocas y en todas las culturas que han osado desafiar a los mares. Es más, en la actualidad, (dedicaremos una scubacrónica a estos fenómenos) seguimos teniendo noticias sobre este tipo de sucesos y son famosos nombres propios como el del Mary Celeste o el Cyclops, pero quizás, el más conocido sea el Holandés Errante.

scubarticulos zona de inmersion 12La versión más aceptada se refiere a Cornelius Vanderdecken, un holandés que zarpó rumbo a su tierra debiendo doblar el cabo de Buena Esperanza, entonces llamado de las Tormentas. Un inesperado y fortísimo temporal impidió a Vanderdecken (aunque también hay versiones en las que el nombre es Vanderdecken, Van Demien, Van Sraaten o Van alguna otra cosa) bracear las vergas para poner rumbo al otro lado del cabo y mientras más intenso era el temporal, mayor era la determinación del holandés por vencerlo. En medio del temporal, y con el barco a punto de zozobrar, el diablo se apareció en la nave, intentando tentar al capitán para que desafiara la voluntad divina y dirigiera su barco al centro mismo de la tormenta. El capitán, sin temer por su vida, aceptó el reto lleno de codicia, de ambición por superar cualquier circunstancia. Los pasajeros, aterrorizados, le pidieron que volviera a puerto, pero el capitán, sintiéndose indestructible decidió continuar la marcha y cruzar el Cabo. Se ató al timón, y comenzó a entonar cánticos sacrílegos. Asustados, los mismos marineros se rebelaron contra él, pero el capitán, rayando la locura, cogió a su líder y lo arrojó por la borda, mientras la tripulación, alarmada, se encomendaba a Dios.

Entonces, las nubes se abrieron, y, de entre ellas, surgió una luz divina que iluminó todo el puente de proa. Al instante, descendió una figura del cielo que se enfrentó al capitán, diciéndole que, como disfrutaba con los sufrimientos ajenos, de ahora en adelante sería condenado a recorrer el océano eternamente entre tormentas y tempestades, provocando la muerte de todos aquellos que le vieran. Acto seguido, la figura desapareció llevándose con ella toda la tripulación, así como los pasajeros. Barco y capitán convertidos en espectros, estarían condenados a vagar sin rumbo por los mares hasta el fin de los tiempos. A partir de ahí la leyenda multiplica sus efectos y mientras unos dicen que el Holandés pretende entregar una carta a cualquier barco que se comprometa a hacerla llegar a puerto, otros sostienen que cualquier marinero que ponga sus ojos en el barco maldito quedará ciego al instante. En todo caso, todos coinciden en que se ha de poner al barco del Holandés la mayor distancia posible.

A pesar de contar a lo largo de la historia con noticias de muchos avistamientos, es muy complicado –por no decir imposible- comprobar todos los casos, de manera que, muchos, son descartados como espejismos, alucinaciones o visiones debidas a un exceso de alcohol, aunque, hay relatos procedentes de fuentes de reconocida sobriedad como cuando en 1881 una observación del barco del Holandés Errante fue comunicada por el príncipe Jorge de Inglaterra o por el comandante en jefe de la flota alemana Karl Dónitz, del que se dice vio la nave espectral mientras se hallaba en una misión al este de Suez, y que después afirmó que sus hombres preferían enfrentarse con toda la flota aliada antes que vivir nuevamente el horror de ver el barco del Holandés Errante. Realidad, mito o leyenda, el Holandés Errante se distingue de las historias folclóricas y de fantasmas habituales por que ha sido visto muchas, muchísimas veces. Si el barco no existe, ¿qué fue entonces lo que vieron?.

scubarticulos zona de inmersion 14No es improbable que la leyenda del Holandés Errante naciera como consecuencia de un hecho real, aunque, sin duda, éste habrá sido algo más prosaico que la venta de un alma al Diablo. Existen muchos casos de buques que fueron abandonados por error por su tripulación, en la creencia de que estaban a punto de zozobrar, y luego siguieron a flote durante días, semanas, meses a incluso años, siguiendo los caprichos del viento y las mareas. El más notable de estos casos sea el del clíper lanero “Marlborough” desaparecido en 1890 y hallado 23 años después, frente a las costas de Chile. Resultaría fácil imaginar el efecto de ver un buque abandonado emerger súbitamente de la niebla en las mentes de marinos supersticiosos en aguas poco conocidas.

La fascinación por esta leyenda es tan intensa que ha inspirado películas y novelas de todo tipo (hasta aparece en un episodio de Bob Esponja) desde sus orígenes. Como última curiosidad, comentar que Wagner incluyó en su ópera “El buque fantasma” (claramente inspirada en el Holandés errante) un final en el que, Vanderdecken puede bajar a tierra una vez cada siete años, para encontrar a una mujer cuyo amor pueda redimirlo. Dado que la aparición del Holandés Errante y de su barco parece predecir sólo muertes o desastres, quizá lo más razonable sea no buscar la respuesta con demasiado empeño, no sea que…

San Borondón. No sólo tenemos referencias sobre animales extraordinarios, barcos que vagan eternamente entre tormentas y tempestades y una colección casi interminable de seres que parecen no tener otra ocupación conocida que no sea la de mortificar a los rudos marineros. También encontramos narraciones sobre –ahora vas y lo twitteas– islas que aparecen y desaparecen, lo que supone una enorme contrariedad a la hora de elegirlas como destino de buceo. La más hispánica de todas ellas, es la Isla de San Borondón

scubarticulos zona de inmersion 15También conocido por Brandón, Brandano, Barandán, Borondón o Brendan el Viajero, Brandán de Clonfert nació en 484 en Irlanda y murió en 577 en la ciudad conocida hoy como Annaghdown. Decidió abandonar las riquezas para entrar en un monasterio del cuál más tarde sería elegido abad. Según una tradición, tenía la inquietud por encontrar el “Paraíso Terrenal”. Y, atendiendo los consejos de otro monje ermitaño que había pisado con sus propios pies el dicho paraíso decidió emprender un viaje por mar para encontrarla. El eremita evangelizador partió el 22 de marzo del 516 en un barco en busca del mítico en compañía de unos monjes, cuyo número varía de los 18 a los 150. Después de un largo viaje, recaló en un mar lleno de islas (la identidad de éstas ha sido motivo de controversias identificándose como Terranova, las islas del mar Caribe o las islas Canarias) y antes de la noche saltó a tierra firme a descansar y a rezar. De repente, la “tierra” comenzó a moverse y comprobaron que, en realidad, estaban a sobre una gran ballena sobre cuyo lomo se había desarrollado vegetación, dándole la apariencia de una isleta. Por fin la ballena, a la que Dios le revelaría que se llamaba Jasconius, les arribó a una isla exuberante, altanera, con alegres cantos de mirlos y otros pájaros desconocidos, aguas de mar cristalinas donde los peces de mil colores jugaban con la espuma. Todo era quietud, paz, soledad en esa isla de limpias arenas negras, surcada por riachuelos, con extraños carneros, poblada de ricos frutos y de gratos aromas. ¿Sería el Paraíso?. Siete años la habitaron y a ese paraíso de isla la leyenda le puso el nombre de San Barandán o San Borondón. Desde ese instante un sinfín de historias surgieron sobre esa isla, que aparece y desaparece llamando a navegantes y aventureros. Leyenda muy arraigada en la cultura Canaria, puede que tenga su origen en los autores de la Grecia clásica o desde su abundante plasmación por los cartógrafos medievales.

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La realidad, a veces, supera a la ficción, ya que, aparte de innumerables mapas, derroteros y portulanos más o menos fiables en los que se incluye una isla tan volátil, en documentos tan “oficiales” como el Tratado de Alcaçovas, suscrito entre España y Portugal en 1479 para repartirse territorialmente el Atlántico aún por navegar, especificaba claramente que San Borondón («aún por ganar») pertenecía al Archipiélago Canario. La bahía de Samborombón (Provincia de Buenos Aires, Argentina) fue nombrada de tal modo durante la expedición de Magallanes en marzo de 1520, en la creencia de que había sido formada por el desprendimiento de la isla de San Borondón del continente americano. Leonardo Torriani, ingeniero encargado por Felipe II para fortificar las Islas Canarias a finales del siglo XVI, describe sus dimensiones y localización y aporta como prueba de su existencia las arribadas fortuitas de algunos marinos a lo largo de ese siglo. Localizaría la isla a 550 km en dirección oeste-noroeste de El Hierro y a 220 km en dirección oeste-sudoeste de La Palma, aunque según otros «testigos» que dicen haberla visto, se sitúa directamente entre las islas de La Palma, La Gomera y El Hierro.

scubarticulos zona de inmersion 11Tan asombrosa resulta la tenacidad con la que la leyenda ha seguido viva en el folklore popular canario que, aparte de las numerosas representaciones cartográficas a las que ya hemos hecho alusión, la búsqueda de esta “octava isla” se mantuvo durante los siglos XVI, XVII y XVIII mediante abundantes expediciones para descubrirla y conquistarla como las de Fernando de Viseu (1526) Hernando de Troya y Francisco Álvarez (1570) o la Hernán Pérez de Grado, regente de la Real Audiencia de Canarias que afirmó a su regreso haber estado en sus costas y haber perdido allí a parte de sus tripulantes. La última expedición oficial fue en 1721 cuando Gaspar Domínguez, capitán de mar y vecino de Santa Cruz de Tenerife buscó la isla por encargo de Juan Mur y Aguirre, Capitán General de Canaria. Ya, en la actualidad, En 1953, el diario ABC titulaba: «Ha sido vista otra vez la misteriosa “Isla Sirena”, al noroeste de la de El Hierro (Canarias)», y en 1958, en el mismo diario: «La isla errante de San Borondón ha sido fotografiada por primera vez».

San Borondón sigue siendo una presencia constante en la imaginación popular de las islas, y seguramente no hay isleño de Tenerife, La Palma, La Gomera o El Hierro que no haya oteado alguna vez desde las cumbres de su propia isla, buscando la isla perdida de San Borondón en el horizonte del oeste donde el sol se hunde en el azul cobalto del Atlántico.

Han bajado la ventanilla para verlo mejor. Miran al horizonte, a esa especie de nebulosa de color ocre que se sitúa a la derecha de la verdadera montaña. Sólo se escucha el motor del coche, revolucionado, porque la cuesta arriba se las trae. Tras unos minutos forzando la vista, escucho el primer comentario: “sí, la verdad, es que es la misma forma, pero…”

 

 

Zona de inMersión: Una anécdota siempre es mejor si los scubagueto también la han vivido contigo

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